San Andrés de San Pedro (II). Educación, arquitectura y paisaje.

La educación y alfabetización han sido prioritarias para la gente de estos pueblos. Casi todos sabían leer y escribir. Quizás por ser las cartas el único medio de comunicación entre ellos y sus familiares en extremos. Hubo un tiempo en que había niños en el pueblo. Hubo un tiempo en que incluso había dos escuelas, una de niños y otra de niñas, y casa para el maestro.
En el año 1898, “Los Sres. Ridruejo, laboriosos y afortunados comerciantes, han construido en su pueblo natal San Andrés de San Pedro, un buen edificio para escuela que, después de surtirlo de abundantes material, han donado al Municipio”.
En agosto de 1932 Construcción de Escuela. EDICTO: El Ayuntamiento de San Andrés de San Pedro ha dispuesto edificar una escuela de niños. Los que deseen tomar a su cargo la construcción por contrato hablado, pueden presentarse a tratar con dicho Ayuntamiento el día 25 del actual, a las dos de la tarde, en la Sala Consistorial de este pueblo.
El curso 1966 se suprime la unidad de niños y se convierte en mixta la de niñas, por no existir censo escolar para su funcionamiento. El curso 1981 es el último en que se imparten clases y se escucha el sonido grave de la llave en la cerradura. 
Curiosamente a esta escuela acudió algunos meses Dionisio Ridruejo. En casi unas memorias nos dice: “Debí pasar algunos meses en el pueblo pues me mandaron a la escuela con mis primos. Una escuela limpia y chiquita, próxima al arroyo y pegada a una de sus modestas e insulares arboledas de álamos y acebos.” “Solo el Vallejo donde está la escuela, con sus chopos y sauces crecidos, me pareció lírico y gentil. Se comprende bien que la Andalucía entrevista en los inviernos de la trashumancia atrajese a los hombres que aun siendo propietarios en el pueblo sufrían una vida tan estrecha. Porque eran hombres de fibra dura, inteligente, que a pesar de su pobreza y la ingratitud del clima, habían aprendido a leer y a llevar cuentas y, sobre todo, llevaban en la sangre aquella dignidad austera, aquella lucidez más lógica que imaginativa de que hablan los entendidos en antropología soriana y celtibérica. Hechos a la nevadas recias y a los trabajos duros. ¿Qué no harían en la Andalucía indolente y regalada, mísera para sus esclavos de la tierra, pero ubérrima como medio natural?”.
Hoy solo quedan los recuerdos, la ruina de una de ellas (enajenada en pública subasta en 1989), la otra rehabilitada y acondicionada, y las viejas moreras como testigo de aquellos días en que se celebraba  la festividad  del día del árbol.
“Hasta el mejor escribano echa un borrón”.
Arquitectura rural. Todas las casas eran de piedra y estaban habitadas. La piedra sabiamente empleada en casas, majadas, calles y eras de pan trillar.



Las casas, muchas de ellas con corral a la entrada, de muros gruesos y con pequeñas ventanas para protegerse del frío. Formadas por una planta baja, con el portal y estancias para tener los animales. Cuadra y pocilgas. Caballos, cerdos y gallinas. Calefacción animal. En la planta de arriba la cocina y habitaciones, en ocasiones con sus alcobas y en la ultima el somero o desván, con los graneros.

La cocina del pueblo, la estancia principal de la casa. Y en ella el “hogar” quizás llamado así por ser el lugar de tertulias y de decisiones familiares, al calor de las ascuas. La marcha de los hijos, educación con sacrificio. La fecha de para dar dos vueltas a la llave de la puerta de la casa familiar. Emigración a otros pueblos más grandes,  a la ciudad de Soria  o a otras regiones de España. Emigración.
Bancos de madera para la voz de la experiencia. Pucheros con lenta cocción de guisos, tal vez patatas con congria. Caldero sobre trébedes con berzas, patatas pequeñas y salvado, el alimento de los cerdos. Matanzas en invierno, sustento para todo el año. Fuelle, tenazas, badila, seseros, llar con caldera colgada, rodafuego para que no salgan las ascuas, tentemozo para sujetar sartenes y el trasfuego. El trasfuego siempre me gustó. Hierro fundido protector apoyado en la pared de la chimenea y bellos dibujos difuminados por las llamas. Recuerdos.

Piedras grabadas en las fachadas a escoplo y cincel, iniciales y fechas que aún perduran.


Atrás quedó el empedrado tradicional en las calles y las plazas. Mosaicos sustituidos por la pavimentación actual: cemento y más cemento.

Bella sierra, bellos paisajes y bella naturaleza.
Bello paisaje y tan diferente según las estaciones. Pastizales, diminutas manchas de cereal, dehesa boyal de robles (lotes, suertes de leña y el azar), monte de carrascas, espinos y aliagas, en las riberas de los ríos chopos, avellanos y olmos que no conocieron la grafiosis.
Crudo invierno soriano, cierzo, nieves y ventisca. ”Primavera soriana, primavera humilde, como el sueño de un bendito,…” don Antonio machado. Agostadero pardo, hierba y mies en  verano. Otoño triste y oscuro, ensalada de colores.
Paisaje modificado por la repoblación forestal subvencionada después de la concentración parcelaria. Pinos y cerezos salvajes.   



Os propongo una ruta, el destino será la dehesa boyal. Al final del pueblo encontrarás una bifurcación de caminos, ambos nos conducirán al destino. El de la izquierda nos llevará hacía el río “la Fuente”, donde se lavaba  la ropa hasta el año 1987 en que se puso el agua corriente,  y una vez pasado el río tomamos una senda ascendente. El de la derecha es una senda cómoda que conducirá a la otra puerta de la dehesa. Si te animas puedes bordearla, siguiendo la cerca de piedras. Cerca de piedra construida por los ancestros y mantenida y reparada mediante hacenderas comunales, portillos anualmente reparados.

O quizás otro destino más cercano, tomamos el camino de concentración que sale de la parte baja del pueblo, una vez pasado el puente del “molinillo”, a unos cien metros a la izquierda sale una senda que nos llevará al paraje “El santo” (donde están los restos de la antigua ermita de San Andrés) y si continuamos y ascendemos llegaremos a la Poza de la Fuente El adre. (Adre: repartir las aguas para el riego).
Según la epístola satírica: “En San Andrés: los Medeles, gente santa o no santa, líbranos Dios de ellos.”

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