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Seguimos el camino que discurre paralelo al Linares, descendemos acompañados por el sonido del agua, atrás dejamos el término de Peñazcurna para llegar a Villarijo. 

Nos adentramos en el pueblo, caminamos entre casas en ruinas, hasta llegar a la fuente nueva, frente a la puerta de la iglesia de San Lorenzo. Desolación se siente viendo su interior y el avanzado estado de deterioro. A espaldas queda la plaza dedicada al maestro don Ezequiel Solana Ramírez, nacido en este pueblo el 10 de abril de mil ochocientos sesenta y tres, y nombrado el 23 de noviembre de 1923, por unanimidad del ayuntamiento, hijo adoptivo. En ella se encuentra la torre del reloj donada al pueblo que le vio nacer, por don Ezequiel. La torre aún se mantiene en pie, pero creo que no por mucho tiempo. El reloj y el campanillo, cuando el pueblo se despobló desaparecieron. Estamos cerca del albergue de la ilusión, en fase de construcción por la “Asociación de Amigos e Hijos de Villarijo”. Es la Asociación quien colocó en 2019 una placa homenaje en la base de la torre. La empleada para rotularla en 1923, fruto del acuerdo antes nombrado: “colocar una lápida en la casa donde nació y rotular la plaza principal de dicho pueblo con su nombre”, fue pasto del desprecio y las balas de desaprensivos insensibles.

D. EZEQUIEL SOLAN RAMIREZ.
D. EZEQUIEL SOLANA REMIREZ.

Una mesa con dos muelas superpuestas nos espera. Es el testigo de un pasado que no debemos olvidar. La superior blanca, empleada para moler trigo en el molino, bajo ella otra más pequeña, gruesa y oscura, era la utilizada para obtener aceite de oliva en el trujal. 

En la parte baja del pueblo, al final de la primera calle a mano derecha nominada Real Bajera, encontramos el majestuoso molino harinero. 


Molino de Villarijo:

En inicios fue molino harinero de una muela. Así respondían en noviembre de mil setecientos cincuenta y uno, con motivo de la elaboración del Catastro del Marqués de la Ensenada: “En el término de este lugar hay un molino harinero que tiene y muele con una sola muela de represa que pertenece de sus partes, dos a los beneficiados de la iglesia parroquial de San Martín de la villa de San Pedro, otras dos al capellán de la misa de Alba fundada en dicha iglesia, una parte a Josep López vecino de la expresada villa y la otra parte a la casa Santa de Jerusalén y que está arrendado en dos fanegas de trigo común al año, que al molinero regulan quedarle de beneficio al año quinientos noventa y cuatro reales”. 


Grabado en yeso, sobre una puerta de acceso, aparece una inscripción: “SE REEDIFICÓ AÑO 1886”, debajo un reloj de sol y sobre ella la protección de: “SEGUROS AURORA BILBAO”, alcanzando a partir de ese momento todo su esplendor.

                             

Poseía entonces el molino dos pares de muelas, en la de arriba se molturaba el trigo para hacer pan, mientras que la de abajo molía cebada y centeno para los animales.

El Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria de Manuel Blasco Jiménez escrito en 1909 nos dice sobre él: "El terreno, bañado por el rio Linares que da impulso a un molino de harinas cuyo salto de agua mide 20 metros, según nos informa D. Florentino Martínez, y otro de aceitunas propio del municipio".


Con posterioridad adaptándose a las necesidades demandadas en el siglo XX se reconvirtió para producir también electricidad. Era molino harinero y pequeña central eléctrica. Por un sistema de poleas y correas se iba cambiando la fuerza del eje de la piedra de moler, al generador y a los otros elementos que poseía. La molienda se realizaba por el día y era al llegar la oscuridad cuando a través de una dinamo producía electricidad, para algunas bombillas del alumbrado público y las casas, pero iluminaba solamente durante unas horas. 

El agua, ese bien tan preciado, era desviada del Linares y conducida por una acequia hasta la balsa. Esta agua se empleada tanto para el riego de pequeñas huertas como para mover su molino harinero. Esta circunstancia limitaba su uso, priorizándose en el verano el riego de los huertos. 


Clarea el día y en la sala de molienda esperan las talegas. Florencio el molinero, como anteriormente lo habían hecho Roberto o Gaspar, comienza a depositar el grano en la tolva, esa pirámide de madera invertida con un orificio en su parte inferior, para que el grano pueda caer. Levantó un poco la muela volandera girando la rueda, esta vez la harina tenía que ser más gruesa.

Ha abierto la “tajadera”, se escucha el sonido grave del agua al caer por el saetín. El agua golpea con presión al rodezno, rueda metálica con paletas colocada horizontalmente, empezando a funcionar el sistema de molturación. 

El grano comienza a caer lentamente desde la tolva, penetra por el agujero que posee en el centro la piedra superior o volandera, llegando al espacio existente entre las dos muelas, para ser molido. Simultáneamente, el rodezno gira con fuerza y hace que el “árbol”, eje metálico que le une con piedra volandera, mueva a esta última y gire sobre otra que está fija, la solera. El grano es triturado por las muescas de diferente profundidad que poseen y sale al exterior por un pequeño orificio que tiene el guardapolvo, que las recubre. 

Acabada la molienda y el agua cerrada. En la cernedora Florencio separa la harina del salvado, como también separa la maquila, el pago en especie por su trabajo de moler. 

Había comenzado la decadencia del pueblo, las muelas dejaron de moverse. Se terminó la molienda y con posteridad también dejó de producir electricidad. Llegó la expropiación forzosa. Hombres curtidos por el sol, boinas nuevas caladas y camisas blancas abrochadas, estampaban su firma. Un mayor acompañado de su dignidad, lentamente caminaba, el cuerpo encorvado y las manos sarmentosas, en silencio contemplaba el final. Las últimas ovejas y corderos se vendieron. Llegaron los pinos a estos campos hoy de soledades.


En la actualidad en el edificio se ve actividad, hay un arduo trabajo por delante para poder recuperarlo.

Molino harinero de la familia de D. Ezequiel Solana, con dos edificios anexos a distinta altura, donde se encuentran los dos cárcavos subterráneos, con sus rodeznos capaces de poner en marcha la molienda para obtener harina así como la "mini-central eléctrica”. Cárcavos ahora desmoronándosen y rodeznos corroídos.



La acequia por donde llegaba el agua, su cubo especial, su impresionante salto de agua, testigos del pasado. Entre los escombros o desaparecidas, las piedras molares, tolvas, guardapolvos, cabrias, cernedora, limpia y otros accesorios. 

Los olivos desafiando el paso del tiempo, unas parras trepan hacia el cielo y el rosal florecido. Flores tal vez, para depositar en la tierra sagrada donde descansan los suyos.


Me atraen esos edificios que se encuentran cerca de los cauces de los ríos, la mayoría de ellos en la actualidad, en estado ruinoso. Aceña o molino harinero de agua. 

Confieso que aunque ya cumplí los sesenta, no los he visto funcionar. Suelo preguntar por ellos a los más mayores, todos me hablan del papel tan importante que desempeñaban hasta mediados del siglo pasado. Aún recuerdan, los nombres o apodos de sus titulares y/o de los molineros, las distintas partes de que constaba o el proceso de molienda. Surgen los recuerdos, anécdotas y crónicas negras, o refranes: “De molinero cambiarás, pero de ladrón no escaparás”.

Una curiosidad, en las inmediaciones del pueblo de Fuentelárbol podemos ver ruedas de molino de cereal alineadas alrededor de una finca, es debido a la costumbre que existía en dicho pueblo de colocar una de ellas, por cada boda que allí se celebraba. Hace ya mucho tiempo que no se agrega ninguna.

Ha sido una necesidad ancestral el moler trigo y otros cereales, para la alimentación de personas y animales. El trigo para consumo humano, harina para hacer pan, un alimento de primera necesidad. El salvado, la cáscara del grano de cereal desmenuzada por la molienda, y la harina de cebada o centeno, mezclados con paja o berzas para los animales. Esa labor podríamos decir que se profesionalizó con el funcionamiento de los molinos harineros. Se cobraba en dinero o si era molino maquilero se percibía maquila por hacer la molienda. La maquila, la cantidad de grano o harina que se quedaba el molinero, el pago en especie por su trabajo.

Lógicamente, el número de molinos dependía de la población y sus necesidades. Siguiendo el título de esta entrada, enumeraré los existentes en la Comunidad de Villa y Tierra de San Pedro Manrique, a mediados del siglo XVIII. La fuente de información son las respuestas dadas, en los distintos pueblos, y reflejadas en el llamado catastro del Marques de la Ensenada.

Estas construcciones se edificaron en las inmediaciones del curso del río Linares (Oncala, El Collado, San Pedro Manrique, Vea y Villarijo), en su afluente el río Ventosa (Huérteles, Palacio de San Pedro y Ventosa de San Pedro) y en el Arroyo de la Canal, afluente del Ventosa, (Montaves), así como en el río Valdeprado, afluente del Alhama, (Valdeprado).

Los molinos existentes en ese momento eran:

Oncala. En el término de este pueblo hay un molino harinero de una muela, que muele de represa sólo tres meses al año, que es propio de Antonio Muñoz, vecino de este lugar, el que tiene arrendado Custodio Martínez por el que le paga de renta anual ocho fanegas de trigo, quedándole de utilidad al dicho Custodio Martínez al año, ciento veinte reales de vellón.

El Collado. Hay un molino harinero de una muela que muele en invierno de represa, que es propio de Don Juan Jiménez Barrio, vecino de el lugar de Oncala, el que tiene en arrendamiento Pedro Martínez, vecino de dicho lugar, por el que paga de renta al año doce fanegas de trigo común, que rebajada le consideran de utilidad al dicho rentero al año, ciento veinte reales de vellón.

San Pedro Manrique. En el término de esta villa hay seis molinos harineros de agua de una muela cada uno que muelen de represa, y uno que se halla cerrado hace algunos años; que éste y el que tiene arrendado Manuel Ximénez, vecino de esta villa, son propios de el mayorazgo que al presente obtiene y administra doña Ángela Sánchez Samaniego, viuda, vecina de esta villa, que por el que se halla andante paga de renta anual el susodicho treinta fanegas de trigo común, que bajada dicha renta regulan lo que da de utilidad a el año, a el nominado Manuel Ximénez, seiscientos reales vellón, y que si se arrendase el otro, que se halla cerrado, rentaría a el año veinticuatro fanegas de trigo común.

El otro pertenece a la capellanía que en la iglesia de San Martín de esta villa fundó don Francisco Blázquez Malo, vecino que fue de ella, para la Misa de Alba, el que tiene arrendado Domingo García, vecino de esta villa, por el que paga de renta anual treinta y tres fanegas de trigo común, que bajada regulan lo que da de utilidad anualmente seiscientos reales vellón.

El otro pertenece a la capellanía que en dicha iglesia fundó don Pedro Palacios, el que tiene arrendado Bernabé González, vecino de esta villa, por el que paga de renta anual veintiséis fanegas de trigo común, que bajada le quedan de utilidad cada un año cuatrocientos cincuenta reales de vellón.

Otro pertenece a don Melchor Rodríguez Carabantes, vecino de esta villa, el que tiene en arrendamiento Juan Antonio Ximénez, vecino de esta villa, por el que paga de renta anual veinte y cuatro fanegas de trigo común, que rebajadas regulan lo que da de utilidad a el año cuatrocientos reales vellón.

El otro pertenece a don Juan Manuel de Cereceda, vecino de esta villa, dos partes, otras dos a don Roque de Cereceda, vecino del lugar de Maya, jurisdicción de la de Yanguas y otra parte a la fundación de doña Ana de Camporedondo, vecina que fue de esta villa, el que tiene en arrendamiento Juan Ximénez, vecino de ella, por el que paga de renta anual veinte fanegas de trigo común a él respecto de cuatro fanegas cada parte, que rebajada regulan lo que da de utilidad anualmente quinientos reales vellón. 

Y el otro pertenece a la capellanía que en la iglesia de San Martín fundó el familiar don Martín Beltrán, vecino que fue de esta villa, el que tiene en arrendamiento Joseph López Garijo, vecino de ella, por el que paga de renta anual treinta y seis fanegas de trigo común, que bajada regulan lo que da de utilidad al año seiscientos reales vellón. 

Hay cuatro batanes, el uno cerrado sin uso, propio de la capellanía fundada por don Antonio Ximénez presbítero beneficiado de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Peña de esta villa. El otro es propio de Joseph del Rincón, vecino de esta villa, quien se lo administra por si. El otro pertenece a Ángela López del Prado, viuda vecina de esta villa, el que tiene en arrendamiento Manuel López de la Cuadra. Y el otro es propio de Ana María Sáenz de Rodrigañez, viuda vecina de esta villa, la que se lo administra por si.

Un lavadero para beneficiar y lavar lanas finas propio del mayorazgo que obtiene doña Ángela Sánchez Samaniego, viuda, vecina de esta villa, el que administra por si dicha señora.

Y un tinte propio del mayorazgo que fundó Jorge de Gante, vecino que fue de esta villa, y al presente obtiene dicha Ángela, el que tiene en arrendamiento Blas Ximénez, vecino de ella.

Vea. En el término de este lugar hay dos molinos harineros, que el bajero es propio del concejo y vecinos de ély lo tiene arrendado Juan León Rojo, su vecino, por el que paga de renta anual doscientos noventa reales de vellón, a quien bajada regulan lo que da de utilidad al año quinientos cincuenta reales de vellón. Y el otro que llaman de la media Legua, es propio de Diego León, vecino de este dicho lugar, quien se lo administra por si, en el que regulan quedarle de utilidad anual, mil y cien reales vellón.


VillarijoEn el término de este lugar hay un molino harinero que tiene y muele sólo con una muela de represa, que pertenece de seis partes dos a los beneficiados de la iglesia parroquial de San Martín de la villa de San Pedro, otras dos al capellán de la misa de Alba fundada en dicha iglesia, una parte a Josep López vecino de la expresada villa, y la otra parte a la Casa Santa de Jerusalén, el que está arrendado en doce fanegas de trigo común al año, que al molinero regulan quedarle de utilidad al año quinientos noventa y cuatro reales vellón.   

Huérteles. En el término de este lugar hay un molino harinero sito en el río de él, que tiene solo una muela y muele de represa en tiempo de invierno, desde el mes de diciembre hasta abril, propio de don Manuel de Balmaseda que administra por si, que regulan su utilidad al año en seiscientos reales vellón. Tiene un criado en el molino. 

Montaves. Hay un molino harinero que tiene solo una muela y muele de represa, propio de la capellanía que fundó Martín Beltrán, vecino que fue de la villa de San Pedro, que tiene arrendado Santiago Sánchez de Lara, vecino de ella por el que paga de renta en cada un año ocho fanegas de trigo, quedándole de utilidad al dicho Santiago anualmente ciento y cincuenta reales vellón.  

Palacio de San Pedro. En el término de este lugar hay un molino harinero de una muela propio de las ánimas de este lugar, el que hace dos años que no está andante, por haberse deteriorado y no tiene rentas para poderse reparar, y si se pusiera andante rentaría ocho fanegas de trigo común.

Ventosa de San PedroHay un molino harinero que tiene una muela y muele medio año de represa, y es propio su mitad de las ánimas de este lugar y la otra mitad de Juan Ignacio Hernández, Pascual Calvo menor, Marcos Calvo, Ángela Calvo, vecinos de este lugar, y de Juan Berdonces del de Palacio, el cual dicho molino lo tiene arrendado dicho Marcos Calvo, por el que paga de renta doce fanegas de trigo común al año, en el que le queda de utilidad al expresado molinero anualmente trecientos y veinte y cinco reales vellón. 

ValdepradoHay dos molinos harineros, que muelen cada uno con una muela. El primero es propio su mitad de Juan Esteban Ximénez y de la otra mitad, las dos partes de Juan Zamora y la otra de Juan Pérez Orte, todos vecinos de este lugar. Y el otro que llaman el bajero de Juan Pérez Orte, vecino de este lugar, los que se administran por si dichos dueños


Caminos de herradura para la movilidad de personas y mercancías, de un pueblo a otro vecino, o hasta la villa. Calzadas y puentes para llevar a los molinos los cereales de los pueblos cercanos. Caballerías cargadas de talegas con grano, recuas con ocho gavillas, de esparceta y en ocasiones de alfalfa, cuatro a cada lado en las artolas. Viajes de ida y vuelta.

Niños de los molinos, río arriba, van camino de la escuela de San Pedro Manrique, niños de la Media Legua se dirigen a la escuela de Vea. Viajes de ida y vuelta.

Interesante y necesario sería el desarrollar unos itinerarios por estos molinos de agua. “Molinos del Linares y sus tributarios” podría ser su nombre. Un complemento a la ruta ya existente de “Los pueblos abandonados”. Edificios y puentes, arquitectura serrana admirada, bello paisaje,  y caminos nuevamente transitados.


Si se adquiriera y recuperara, para utilidad pública, aunque sólo fuera un molino, si se pusiera en funcionamiento de forma ocasional, tendríamos un atractivo más para el desarrollo del turismo de la zona. Podría desempeñar, así mismo, una labor pedagógica y didáctica, un complemento para la educación y enseñanza, de las nuevas generaciones.


En próximas entradas hablaré de la molienda, de las partes del molino, de los que actualmente existen en el curso del río Linares y del estado en que se encuentran.

Don Ezequiel Solana Ramírez nació en Villarijo el 10 de abril de 1863, hijo de Canuto Solana Arpón y de María Ramírez, falleciendo en Madrid el 4 de septiembre de 1932. En Villarijo (Soria) se celebró una misa funeral, así como en otros lugares, aplicada en sufragio de su alma. Don Ezequiel fue otro maestro soriano, gran pedagogo y excelente poeta. Guardó afecto a la tierra que lo vio nacer, demostrado en varias composiciones poéticas.
Una Placa homenaje.
El pueblo de Villarijo, donde nació el Maestro D. Ezequiel Solana, acordó nombrarle hijo adoptivo, colocar una lápida en la casa donde nació y rotular la plaza principal de dicho pueblo con el nombre de Ezequiel Solana. El iniciador del homenaje D. Florentino Martínez, hijo de este pueblo y discípulo suyo. El Ayuntamiento, en sesión extraordinaria de 22 de noviembre de1923, acordó por unanimidad nombrarle hijo predilecto del mismo y dar su nombre a la plaza pública del pueblo. El día 25 del mismo mes, se descubrió dicha placa.
La cartelera de la placa decía:
PLAZA DE
D. EZEQUIEL SOLANA RAMIREZ
HIJO PREDILECTO DE
VILLARIJO. (SORIA).
La placa fue acordada, por unanimidad del ayuntamiento del pueblo de Villarijo, durante la segunda república. Esa placa no la podemos leer, fue blanco de disparos en la década de los 80. Algunos dicen que fueron los Grupos de Operaciones Especiales, durante las maniobras con fuego real que realizaban es esta zona despoblada y otros, los menos, lo atribuyen a cazadores.
Instintivamente me acuerdo de Celtas Cortos: ¿De quién debo defenderme si no conozco enemigo si el sonido de las balas ya me produce temor?
Seguro que desconocían al personaje y su obra, seguro que ignoraban el respeto a la voluntad popular. Pedagogía educativa contra el poder de las armas.
Tiene calles dedicadas a su memoria, en Soria y Madrid. Nietos suyos son Javier Solana: político, físico, embajador y profesor y Luis Solana político y empresario.
La torre del reloj.
En la plaza, adosada al lateral de la iglesia, se encuentra la Torre del reloj. Torre de piedra cuadrada donada al pueblo que le vio nacer, por Ezequiel Solana. La torre aún se mantiene en pie, pero creo que no por mucho tiempo. El reloj, cuando el pueblo se despobló, desapareció.


En el año de 1925 don Ezequiel Solana, con motivo de las fiestas celebradas los días 10 y 11 de mayo, en dedicatoria a su pueblo escribió:
Dios dé gloria a los muertos,
Paz a los vivos
Y haga próspero y grande
Mi Villarijo.
En la pared de la torre en equilibrio, que espera su final, se ha colocado una nueva placa en su recuerdo. Son amigos e hijos del pueblo asociados, como se dice por esta tierra: “de bien nacidos es ser agradecidos”.