Provincia de Soria. Otra despoblación. (II)

En la anterior entrada escribí sobre la pérdida del patrimonio del común en el medio rural. En ésta continúo con algunas reflexiones personales que quiero compartir contigo, amigo lector. Ojalá escampe y salga el sol de la esperanza.
Valdecantos.
Diminutos pueblos, asilos en casas propias; pueblos deshabitados, vivencias de verano y algún fin de semana; y pueblos abandonados, recuerdos que la naturaleza borrará. Nuestros pueblos se han vaciado, agricultores-ganaderos tuvieron que marcharse. Son las consecuencias del éxodo que comenzó en los sesenta del siglo pasado, abandono progresivo y continuado.
Palacio de San Pedro.
Lería.
Cifras de una realidad propiciada, e indiferencia ante un hecho conocido. Diáspora familiar repartida y desarraigo forzado nunca antes vivido. Esa fue la ley de la vida.
Aldealcardo.
Fuentes de San Pedro.
En la entrada al pueblo la luz de la esperanza en tiempos pasados, ahora tejas caídas y maderos podridos. Sonidos entre grietas profundas. Transformadores de la luz, una ventana abierta al progreso. Nueva escala de valores, lo que carece de utilidad, no es necesario.
Fuentebella.
Pobar.
Flores de plástico sobre tierra escavada, junto a paredes en equilibrio y cruces inclinadas. Allí nacieron y allí quisieron descansar, ese fue su último deseo cumplido. Y al lado, en muchas ocasiones, las ruinas de su fe cristiana.
Huérteles.
Expolio furtivo, expolio consentido, es la usurpación del esfuerzo. Vendas negras, silencios cómplices, mirada hacía un lado y mirada hacia el otro, miradas desviadas para no ser partícipe de la pérdida, y ojos llorosos.
Patrimonio religioso perdido, parroquias, ermitas, oratorios y capillas rurales. ¿Por qué no se conserva? ¿Por qué permitimos que se destruya?
Taniñe.
Las Fuesas.
Pueblos sin gentes, pueblos sin alma y en el ambiente el sonido del silencio. La presencia del pasado, la tristeza de la despoblación mientras el viento sopla. Abandono y desinterés por lo común, restos difusos en la memoria colectiva. Quizás oigas voces y lamentos, si te detienes a escuchar.
Tal vez vengan de la plaza Mayor en el día de fiesta patronal, mientras se subastan banzos y velo. O los distingas entre los sonidos de la pelota, arenque y porrón, provenientes del frontón de piedra.
Armejún.
Cascajosa.
Puede que procedan de la casa del ayuntamiento, concejo abierto en busca del consenso, suertes de leña y pagos.
Vellosillo,
Sigo emocionándome escuchando a esos pocos que en los carasoles, con la voz entrecortada y la garrota aparcada, cuentan con orgullo lo que fue y no volverá a ser. Una lucha que hace tiempo que se perdió, el desánimo ante la espera y la indiferencia. Ven con resignación la agonía de su pueblo y con él la pérdida de su patrimonio, para siempre.
Sigue escuchando, distingues los gritos agradables de los niños en sus juegos de infancia. Escuelas de chicos y escuelas de chicas, luego escuelas mixtas y después escuelas cerradas. Y la casa del maestro también cerrada.
Acrijos.
Castillejo de San Pedro.
Oyes las voces y risas femeninas entre los sonidos del agua de la fuente cayendo al cántaro. Mientras en el pilón anexo abreva la yunta sudorosa.
San Andrés de San Pedro.
Tal vez esos sonidos femeninos provienen del antiguo lavadero público, lugar de encuentro y comentarios entre coladas en espera.

Fuentebella.
O traspasan esas paredes ruinosas del horno comunal, entre olores de hornada, hogazas cociendo y hornija quemada.

Valloria.
O es el eco de voces en la lejanía de la fragua, entre el sonido monótono de martillos golpeando, hierro rojizo, sobre el yunque. Clavos en las herraduras nuevas. El calor de leña quemada y el sonido del aire del viejo fuelle.
Señuela.
Son voces y sonidos de la sociabilidad, de mayores y pequeños, en el pasado. Quizás no los oigamos por el individualismo actual, tal vez nos hemos acostumbrado a no escuchar.
Patrimonio histórico y cultural perdido. Neveras con orientación norte para cumplir su función, cillas para los diezmos de la iglesia, pobreras para eliminar el adra de una noche, pósitos para préstamos ventajosos de cereales, lagares comunitarios, cárceles, alhóndigas, caleras
Sarnago.
Que se están haciendo actuaciones,sí. Que es mucho el patrimonio de que disponemos, también. Los principales interesados en conservarlo, los vecinos, ya no quedan. Que ante una pérdida definitiva merece un esfuerzo mucho mayor, sin duda. ¿Por qué no se conserva? ¿Por qué permitimos que se destruya?
Y pendiente quedan nuevos valores y privilegios necesarios para revertir esta realidad.

4 comentarios:

  1. Los que tuvimos que marcharnos, sufrimos el desarraigo de la tierra, de nuestro pueblo, de la familia. Ahora esperamos que un montón de ruinas no entierren nuestro recuerdo, nuestra niñez, nuestra juventud...Gracias Candi!

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    1. Esa fue la ley de la vida para la mayoría. Luego mientras hubo referencia vuelta por el verano y navidad. Pero ya sabes como pienso, Sagrario, querer es poder.

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