Peñalcázar (I) (Soria).

Día de otoño en los campos de Gómara, el cierzo sopla con fuerza en los límites de Soria con la vecina Zaragoza. Sobre una peña en una amplia muela plana, con forma de una lágrima derramada, se encuentra la conocida como La Peña. 
Hemos de dejar el coche al lado de la fuente, en la ladera de la montaña. Fin del camino de acceso recientemente acondicionado. Fuente con agua para el consumo, pilón para las caballerías, el lavadero y el sobrante, agua de riego para los pequeños huertos de subsistencia. Huertos cuidados con mimo en un tiempo no muy lejano. En la muela: charcas o balsas, un aljibe romano con su bóveda de cañón, a medio caer y el nevero ahora solo visibles los muros, en la umbría, al norte para cumplir su función. El agua corriente nunca llegó a la villa.


Ascendemos andando por la calzada romana,  piedras con historia en descomposición,  hasta la puerta de entrada, hoy puerta de hierro imaginaria. Igual que subían a lomos de caballerías la carga, quizás aguaderas llenas. Algo menos de media hora nos dura el trayecto.
La Peña de Alcázar pueblo fortificado para la protección y defensa. Se conservan tramos de la muralla árabe y algunas almenas, parte de una torre vigía de planta rectangular, mirador al valle, restos de su alcázar y de las puertas de acceso. 

Pueblo sin agua, pero con luz. La luz eléctrica llegó en el año 1943, el importe de la obra fue de 18.600 pesetas (menos de 112 euros), había entonces 49 habitantes. Curiosamente el trasformador se adosó a su muralla árabe. Hoy no quedan ni los postes de madera del tendido eléctrico, para trasportarla.

Es un pueblo abandonado, todo un pueblo en ruinas. En los acantilados anidan los buitres. A la peña otros buitres llegaron, quizás con tractor, tal vez con serones en caballerías o a pie. Todo lo robaron: puertas, trillos, trasfuegos,... Un pueblo expoliado en su totalidad. Fósiles en las laderas y piedras caídas por el suelo.

Paisaje, patrimonio y la sensación de la presencia de los ausentes en la soledad del momento. Tiempo para disfrutar del entorno. Se divisa La Alameda, Carabantes, Sauquillo de Alcáraz y la Quiñonería. Historias, muchas historias personales y leyendas. No aceleres tus pasos. Plasma las imágenes en tu interior. Y piensa en lo que fue y en los porqués de esta situación, antes de tu vuelta a lo cotidiano.  


En el silencio roto por el sonido del viento, la desolación y muchas preguntas sin respuestas. Jodido privilegio de estar incluido en la lista roja de Hispania Nostra.

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