A los que me precedieron y a los que me precederán.


La luna iluminaba ligeramente la habitación. La claridad penetraba por la pequeña ventana abierta en los gruesos muros. Había sido una noche muy larga. Noche de silencios y sonidos. Noche de sonidos e imágenes. Imágenes de una vida. La noche más larga de una existencia.

El día anterior fue un día de despedidas. Despedida del pueblo que le vio nacer. Ultimo paseo por la calle Real, la de Iglesia y la Escuela. Despedida de los pocos que quedan, unos viejos  y otros que ya tienen marcado en el almanaque una fecha en rojo. Fecha de la partida, fecha que inexorablemente llegará. Rondas y albadas, dulzaina y tamboril, jota y paso doble, despedidas y reencuentros, esfuerzo y esfuerzo, lágrimas de tristeza y de alegría.


Casa de Concejo, lo que fue y lo que queda. De pueblo a pedanía, de pedanía a la nada. Nueces y dulces de niño, cochinilla y vino en tazas de plata de mayor. Discusiones y acuerdos. Suertes de hojas para el ganado merino, pesquisa para el de labor, agua para el riego. Hacenderas reparadoras de la cerca en la dehesa boyal. Acequias limpias para conducir el preciado elemento. Caminos por donde pasa el ganado y las caballerías con su carga. Haces de mies, camino a la era de pan trillar. Cinas desafiantes a la gravedad. Día soleado, parva, trillos, hoces, vueltas y vueltas. Día de viento, ablentar, recoger, paja y grano, mantas y fanegas.    

Las escuelas primero dos, luego una y tiempo atrás cerrada. Moreras crecidas, frutos del día del árbol, como testigos mudos de juegos, gritos y risas.

Visita al polvo de la tierra. Ramos de flores silvestres esparcidas por el recinto cuadrado. Ramo también en ese anexo pequeño y sin cruces.
Iglesia parroquial, muros de piedra y campanas. Sonidos a la mente de días felices y tristes. Bautizos, bodas y funerales, circulo vital del creyente. Misas obligadas en tiempos de multas y excomuniones. Avisos en días de cellisca cuando los caminos se cubrían del manto blanco. Ultimo adiós al santo protector. Rogativas de fe en años de sequía. Procesión con cánticos tras el pendón en el día mayor. Banzos subastados y velo retirado.

Balidos de merinas y yeguas porteadoras. Cañadas, cordeles y veredas; caminos de ida y vuelta. Sonido de cencerros, esquilas  viajeras a extremos. Ladridos de perros, mastines trujillanos con carlancas, fieles servidores. Rebaños, atajos y puntas. Zagal, pastor, ahijador y amo. Tiempos pasados. Gerifaltes  de despacho, servidores de otros intereses, estómagos agradecidos que cavaron la tumba y esperaron pacientemente. Animales vendidos a esos tratantes que se acompañan de banquero. Vendidos con precipitación. El tiempo que es la vida apremia. Papeles y firmas sustituyendo al valor del apretón de manos.

La  fuente, el pilón y el lavadero; cántaros y baldes con colada. Fragua, fuego y fuelle; el sonido repetitivo del  martillo sobre yunque. Horno, pala y  horgunero; el olor de hogazas recién cocidas.

En el somero ordenados quedan algunos aperos. Aperos que no han sido regalados o mal vendidos. ¿Qué hará el último vecino? Se pregunta. Todo lo dejará también en otro somero, todo para los amantes de lo ajeno que no entienden de recuerdos y sacrificios.

Antes de doblar la última curva del camino empedrado, volvió la mirada al pueblo. En el altozano lograba distinguirlo. Las comunicaciones. En voz baja murmuró, jodidos caciques del dinero ajeno. Sacó un pañuelo del pantalón de fiesta y se secó sus llorosos ojos. Otros ojos humedecidos le acompañan. Sintió una mano que apretaba la suya, una mano amiga.

Las raíces de los pinos de la repoblación se extendían por los pastos de los agostaderos. Sus raíces viajaban en una vieja furgoneta  hacia otro lugar quizás más próspero.

Poco a poco, gota a gota de sangre, las casas se fueron cerrando. El ritual amargo se repitió. Se oía el sonido grave de la cerradura, dos vueltas y empujón para confirmar lo que ya se sabía. Puertas cerradas al presente, quizás se abran ventanas en el  futuro.  


4 comentarios:

  1. ¡Felicidades! porque con tus palabras cobra sentido la frase: "uno escribe para combatir el olvido"; en ellas encontramos lo que fuimos, lo que vivimos, la memoria de nuestros mayores, de nuestra buena gente, de una forma de estar en el mundo que se acaba, de una forma de mirar, de pensar....de plasmar nuestra memoria. Y como decía Pessoa:" la literatura, como el arte en general,es la demostración de que la vida no basta"

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  2. Estoy completamente de acuerdo con tus palabras. Son el ideario y la motivación para que haya comenzado con este blog. Espero que lo disfrutemos.

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  3. Hoy te he encontrado por primera vez y ya te he guardado en favoritos. Para los que venimos del mundo rural, Sierra de la Demanda en mi caso, sentimos cerca esas palabras, por nuestros allegados que algún día tuvieron que marchar...

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    1. Muchas gracias Salvador. En una provincia como Soria, el éxodo del campo a las ciudades dejó el mundo rural deshabitado. Con todo lo que ello supone. Pero aún hay más, ahora hay una diáspora de jóvenes y no tan jóvenes desde la ciudad de Soria. Formándose y formados que aquí no tienen su futuro. Es impactante ver la estación de autobuses (la de tren está de adorno) al terminar cualquier puente.

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