Tierras Altas o la Sierra soriana.

Esta entrada es gentileza de un compañero, de una amistad surgida de las redes. Una persona que sabe mirar, escuchar e interpretar los silencios. Gracias amigo, Luis Díaz Marijuán.
Si tuviese que recomendar un lugar para los que gustan viajar en el tiempo, un buen candidato para ello es Tierras Altas de Soria.

Suelo caminar, por los paisajes del abandono, por aquellos lugares en los que la famosa demotanasia hace estragos. Son espacios abandonados o cuyo uso del territorio ha cambiado sustancialmente, pero con un potencial tremendo para aquellos que gustan, como yo, interpretar tras su estudio lo que allí acontecía.

Quizás el destino, el azar, o el karma me ha hecho merecedor de momentos entrañables, como encontrar a gente nacida en los principios del siglo XX, que allí vivieron. Me encuentro hablando con ellos en un mismo lenguaje, refiriéndome a unos personajes coetáneos para ellos, pero lejanos en el tiempo para mí. Os puedo asegurar que cuando esto acontece sus caras se transforman, sus ojos brillan, y hasta su cutis parece rejuvenecer por momentos.


Momentos mágicos...en Tierras Altas existe la magia, el espectáculo del tiempo detenido, el placer de leer el mensaje que las piedras nos envían, el legado de los viejos molinos, los restos de las fábricas, las viejas casonas de los señores de la Mesta, y hasta el espectro de las tierras Altas aparece en los días de luna llena...pudimos “atraparlo” en su atalaya de vigía ... 

El guardián de Tierras Altas, fiel a su cita con la luna llena... lo vi cabizbajo, quizás le invadió la nostalgia, quizás no reconoció aquel mundo que recordaba, un mundo vivo, lleno de yuntas, de arrieros con vellones, con peones de miel, con barricas de vino, un mundo de rebaños de ovejas moteando el verde horizonte....
Quizás miro al Cidacos o al Linares esperando que le diese alguna explicación, pero este parecía estar dormido, triste, ya no hablaba con su sonoridad habitual...quizás buscó los candiles de la esperanza, o los sonidos de las parroquiales de la ilusión, nada escuchó...trato de buscar la campana para así tocar arrebato, para así despertar a un mundo dormido, aquel mundo vivo que el recordaba, pero ni siquiera halló las campanas....y en un instante esa figura humana en el ojo del campanario se transformó en un ave de negro plumaje, como producto de un conjuro o maldición, quizás solo los días de luna llena adquiera ese aspecto humano para observar tierras altas, para vigilar el legado de nuestros ancestros..‬

6 comentarios:

  1. Tururias Achondite Ha sido un placer para mi, agradecer que hayas abierto este blog tan especial a mi humilde contribución..participar en un blog que ofrece datos , historias y sobr e todo alma, sentimiento y emocion supone un honor para mi, muchas gracias del “hijo de la Marisa”....y muchas veces !!!

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    1. Encantado Luis con tu valiosa aportación. El "hijo de la Marisa" sabe que tiene las puertas abiertas, para poner voz a los silencios de esta tierra.

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    2. Gracias Cándido, el mejor compañero de viaje por Tierras Altas....Salud y muchos caminos!

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  2. Me ha encantado tu artículo, transmite mucha paz y me enseña cosas sobre la vida de mis bisabuelos y demás generaciones de ellos!.Gracias :)

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  3. Muy amable, en mi caminar trato de descubrir un mundo que no viví, un mundo que llegó a mi en muchas veladas ambientadas por mi abuela, en las cuales ella nos describía como era su mundo en la niñez, trataba de mostrarnos los valores con los que vivían, me hablaba de veredas en las que todos contribuían con su trabajo para mantener caminos o edificios comunales, me hablaba de vida en familia, me hablaba de yuntas, de arar a forcate, de lavar en el río, de pastores.....trato de viajar a ese tiempo con las armas de la imaginación, si con mis escritos consigo transportar a alguien conmigo es una maravilla,..muchísimas gracias por su amable comentario! Y un cordial saludo!!,

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    1. Precioso artículo!! Y preciosas las fotos. El relato me lleva a estar presente en esos años y sentirme cerca de mis raíces mis abuelos paternos eran de yanguas vellosillo villar de maya y los bisabuelos también. Lástima no conocernos. Pero este relato me acerca a ellos y me encanta tener mis orígenes en esas tierras altas aunque vivo en Madrid. Gracias a los dos por estos bellos y sensibles relatos.
      Carmen lorenzo

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